Soy lo que soy, ¿algún problema? – ninguno; al contrario, reconocer lo que soy es el impulso para empezar a ser lo que quiero ser.
Aceptarnos tal como somos, es el primer paso que debemos dar si queremos vivir mejor. Los mejores momentos para darnos cuenta de quienes somos, son aquellos momentos difíciles, momentos en los que nos parece que “de esta no salgo”, son esos momentos, precisamente, las oportunidades para reflexionar sobre nosotros; en vez de ofuscarnos pensemos en que caprichos y complejos esconden lo grandioso que tenemos y no permiten mostrarnos como somos ni disfrutar de lo mejor que tenemos. ¿Qué nos queda? – cambiar de actitudes.
Trabajar sobre las actitudes es prepararse para alterar los resultados de una acción con miras hacia el bienestar y hacia el éxito; se diga lo que se diga, solo el triunfo alcanzado en el cumplimiento de una meta o en el cumplimiento de un proyecto de vida, es lo que determina aquellos momentos relámpagos de una verdadera felicidad. Si hacemos referencia a una vida real, concreta, inevitablemente tenemos que hacer frente a nuevos retos, a nuevos desafíos, la felicidad permanente y peor eterna, no existe; armonía y equilibrio en un mundo complejo en el que vivimos? – una utopía. La vida es identificarse en medio de la diversidad y activarse en un mundo donde todos tienen su razón de ser y nadie es menos importante.
El éxito está al alcance de todos, pero, aunque tengamos la posibilidad de lograrlo, si, únicamente, nos decidimos a hacer algo y no nos preocupamos por hacerlo bien, el bienestar y la felicidad no será parte constitutiva de nuestra vida; necesitamos aprender a predisponernos para generar emociones favorables de cualquier circunstancia, acontecimientos, situación o estímulo.
Si bien, la actitud responde a un conjunto de ideas, creencias, pensamientos y valores, no es menos cierto que las actitudes pueden ser modificadas de acuerdo a nuestros propósitos, puesto que se trata de una disposición, inclinación o preferencia hacia una reacción lo que motiva una forma de ser y de decidir reflejándose en la calidad de las acciones y comportamientos para llevarlos a la práctica; es esa disposición de la persona que le da fuerza y le pone en movimiento comprometiéndose con su propia vida, impulsando a elegir lo favorable para su crecimiento y a descartar lo nocivo, lo que le hace o le puede hacer daño.
“Las actitudes programan nuestro cerebro” para hacer frente a los obstáculos que se presentan desde la infancia y durante toda la vida del ser humano, a la vez, impulsan a la construcción de nuevas ideas, de nuevos pensamientos, de nuevas formas de ser, de actuar, de vivir, de enfrentar a los retos y a las oportunidades que todos tenemos manifiestas de distintas formas.
Trabajar sobre las actitudes para mejorarlas, es aprender a ver con mayor claridad y a nuestro favor cada una de las oportunidades y cada uno de los retos que nos presenta la vida.
Nosotros somos lo que somos y podemos llegar a ser lo que queremos ser, modificando nuestras actitudes de acuerdo a nuestros propósitos de vida. Sólo propongámonos algo, pero que ese algo sea grande, y cambiemos nuestras actitudes en función de lo que nos propusimos y nos daremos cuenta que, lo que aquí se dice, se dice con fundamentos prácticos basados en resultados vivenciales.
ACTITUDES PARA CRECER
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